Presencia de Catalanes y Aragoneses en Santo Domingo (La Española) en el Siglo XVI




Presencia de Catalanes y Aragoneses en Santo Domingo (La Española) en el Siglo XVI

Introducción

La participación de súbditos de la Corona de Aragón (catalanes y aragoneses) en la conquista y colonización temprana de La Española fue notable, al contrario de lo que comúnmente se cree​


 Desde los primeros viajes de Colón a finales del siglo XV, personas originarias de Cataluña, Aragón y Valencia estuvieron involucradas en la exploración, la evangelización y el establecimiento de la colonia. A lo largo del siglo XVI, estos individuos dejaron su huella en la administración colonial, en la economía (especialmente en la naciente industria azucarera) y en la cultura de la isla. A continuación se analiza su papel en la política y la sociedad de Santo Domingo, incluyendo cargos ocupados, familias destacadas de origen catalán-aragonés, contribuciones comerciales, influencia cultural y sus relaciones con otros grupos (españoles de distintos reinos, indígenas taínos y africanos esclavizados).

Llegada Inicial: Catalanes y Aragoneses en la Colonización de La Española

Desde el segundo viaje de Cristóbal Colón en 1493, un contingente de catalanes y aragoneses participó en la fundación de los primeros poblados en La Española. Colón contaba con el apoyo financiero de Aragón: el valenciano Luis de Santángel, cercano al rey Fernando, fue clave para financiar el primer viaje​


En el segundo viaje, Colón trajo a varios súbditos de la Corona de Aragón que participaron activamente en la conquista de la isla​

 Por ejemplo, Pedro de Margarit, originario del Ampurdán catalán, fue nombrado jefe militar de la expedición​

Asimismo, el padre Bernat Boïl (o Fray Boyl), monje benedictino del monasterio de Montserrat (Cataluña), fue designado por el Papa como primer vicario apostólico de las tierras descubiertas, encargado de la evangelización inicial​

 Junto a ellos viajaron otros catalano-aragoneses, como el clérigo Ramon Pané (probablemente catalán), quien se hizo famoso por ser el primer europeo en aprender la lengua de los indígenas y documentar su cultura​


Estos hombres fundaron la ciudad de La Isabela (1493-1496), primera ciudad colonial en América, donde Colón nombró a Antonio de Torres —un funcionario al servicio de Isabel, identificado por investigaciones recientes como valenciano estrechamente ligado a Santángel— como primer alcalde del poblado

Sin embargo, la convivencia no estuvo exenta de conflictos: tanto Margarit como Boïl tuvieron desavenencias con Colón y regresaron a España prematuramente​

Algunos miembros de esta “entourage” catalano-aragonesa también participaron en abusos contra la población taína, similares a los cometidos por otros colonos. Por ejemplo, los catalanes Ballester y Bertran, militares del segundo viaje, dejaron su impronta de maltratos hacia los indígenas según las crónicas​

 Pese a ello, la presencia de estos hombres de la Corona de Aragón en la expedición de 1493 demuestra que, desde el inicio, catalanes y aragoneses formaron parte del “poliedro” de naciones españolas involucradas en la conquista​


También legaron aportes positivos: Fray Bernardo Boïl ofició la primera misa en América el 6 de enero de 1494 en La Isabela, marcando el comienzo de la evangelización​ y Fray Ramón Pané dejó el primer registro etnográfico de la religiosidad taína, puente cultural único entre europeos e indígenas​


.Papel en la Administración Colonial (Cargos Políticos y Eclesiásticos)

Aunque la administración de la colonia estuvo dominada mayoritariamente por castellanos, algunos catalanes y aragoneses ocuparon cargos políticos y eclesiásticos importantes en Santo Domingo durante el siglo XVI. Ya en 1494, como se mencionó, Antonio de Torres actuó como alcalde de La Isabela por mandato real​ siendo posiblemente el primer europeo en ejercer un cargo municipal en el Nuevo Mundo. Poco después, tras el traslado de la población a la nueva ciudad de Santo Domingo (fundada en 1498), otros peninsulares de origen catalán-aragonés se integraron en el cabildo y el gobierno local de la isla. Por ejemplo, el catalán Miguel de Ballester, hombre de confianza de Colón, tras servir en La Isabela fue asignado como alcaide (gobernador militar) de La Concepción de La Vega, en el norte de la isla​

Ballester no solo administró esa villa estratégica cercana a las minas de oro, sino que llegó a controlar encomiendas de indígenas en la zona (en las “Reparticiones” de 1514 figura con 30 encomiendas en La Vega) y se le encomendó tutoría del hijo de Colón, Diego​

En el ámbito eclesiástico, la influencia catalano-aragonesa también se sintió temprano: Fray Bernat Boïl ejerció de facto como autoridad religiosa en la colonia entre 1493-1494, al ser el enviado papal (vicario apostólico) encargado de la nueva iglesia insular​


Si bien Boïl retornó a Europa tras enfrentarse con Colón, su corto ministerio sentó precedentes en la organización eclesiástica colonial. Igualmente, Ramon Pané desempeñó un rol misionero fundamental viviendo entre los taínos por orden de Colón, aprendiendo su idioma y catequizándolos, lo que contribuyó a la labor evangelizadora inicial​


Más adelante en el siglo, la mayoría de los altos cargos (gobernadores, obispos, oidores de la Real Audiencia) recayeron en castellanos, pero es de destacar que Ferdinando II de Aragón (Rey Fernando el Católico) mantuvo interés directo en La Española: bajo su regencia, la Corona envió en 1516 a los padres Jerónimos a gobernar temporalmente la colonia, y promulgó leyes para regular el trato a los indígenas. Aunque estos jerónimos no eran catalanes, la intervención del monarca aragonés subraya cómo la Corona de Aragón tuvo voz en la administración indiana, sobre todo antes de 1520.

En síntesis, catalanes y aragoneses en la Española del siglo XVI lograron integrarse en la administración colonial en diversos niveles: desde oficios municipales (alcaldes, regidores locales) hasta roles de encomenderos y autoridades eclesiásticas. Si bien su número era menor en comparación con andaluces o extremeños, su presencia fue significativa en los primeros años de la colonia y sentó bases en la estructura político-social isleña.

Familias de Origen Catalán-Aragonés en Santo Domingo

A lo largo del siglo XVI comenzaron a echar raíces en Santo Domingo ciertas familias de origen catalán y aragonés, cuyos apellidos y linajes perdurarían en la sociedad colonial. En los primeros años, muchos de los catalanes y aragoneses llegaron sin familias (soldados, frailes o funcionarios solteros); algunos regresaron a España, pero otros se establecieron y formaron descendencia en la isla. Un caso temprano es el ya mencionado Miguel de Ballester, natural de Tarragona, quien se estableció en La Vega y administró ingenios y encomiendas. Es posible que Ballester dejara herederos locales o allegados que continuaron en la élite agraria de la colonia. Asimismo, las crónicas mencionan a un tal Alonso de Aguilón (Aguiló) asociado con Ballester en empresas azucareras​

Aguiló es un apellido de origen catalán, lo que sugiere que este pionero de la caña pudo ser catalán o mallorquín. De hecho, una inscripción museográfica en Santo Domingo recuerda que “1505: El azúcar se produce en La Vega por obra de los vecinos Ballester y Aguilón”​evidencia de dos familias hispano-catalanas iniciando una industria que definiría la economía antillana.

Con el transcurso del siglo, la mayoría de los colonos catalano-aragoneses originales se fusionaron con la sociedad criolla, y algunas familias hispano-catalanas emigraron a tierras más prósperas (como México o Perú) debido al declive económico de Santo Domingo hacia 1560. Aun así, la semilla de la inmigración catalano-aragonesa quedó plantada. Generaciones posteriores verían nuevas oleadas: por ejemplo, a mediados del siglo XVIII hubo una migración notable de catalanes atraídos por el auge tabacalero​ y ya en el siglo XIX, varias familias catalanas llegaron a enriquecer la burguesía dominicana. Una familia destacada de origen catalán en la República Dominicana es la familia Macarrulla. Este apellido Macarrulla/Macarulla es de origen catalán (registrado históricamente en Cataluña desde el siglo XVI)​

De acuerdo a estudios genealógicos, miembros de la familia Macarrulla emigraron a Santo Domingo ya a partir del siglo XVI, encontrando allí “un nuevo hogar”​

Esto indica que los Macarrulla habrían sido parte de esa temprana diáspora catalano-aragonesa hacia las Indias, estableciéndose posiblemente en la colonia en algún momento tardío del 1500. Si bien los Macarrulla actuales son más conocidos por su influencia en épocas recientes (siglos XIX-XX), sus raíces coloniales ilustran cómo ciertos linajes catalanes echaron raíces profundas en la sociedad dominicana.

Otras familias de probable origen catalán-aragonés que se arraigaron en la colonia incluyen apellidos como Pou, Ginebra, Ricart, Brugal, etc., aunque muchos de estos llegaron en siglos posteriores​

En el siglo XVI, la identidad “catalano-aragonesa” de las familias tendía a diluirse dentro de la categoría general de “españoles” en la isla. No obstante, a través de matrimonios y empresas comunes, estas familias contribuyeron al desarrollo de la colonia. Su presencia, aunque minoritaria, introdujo diversidad regional peninsular en Santo Domingo, complementando la influencia de los colonos castellanos, andaluces, canarios, etc. Con el tiempo, los descendientes de catalanes y aragoneses fueron ascendiendo en la jerarquía local —algunos figurando entre los hacendados, sacerdotes, militares o funcionarios coloniales— y legando apellidos que aún hoy se encuentran en la República Dominicana.


Contribuciones Económicas y Comerciales (Trata, Comercio e Ingenios)

Económicamente, los catalanes y aragoneses tuvieron un impacto significativo en la temprana colonia, sobre todo en la introducción de cultivos, técnicas agrícolas y participación en el comercio. Un aporte crucial fue en la industria azucarera: el catalán Miquel (Miguel) de Ballester se erige como pionero del azúcar en América​

Ballester, amigo de Colón y oriundo de Cataluña, trajo a La Española conocimientos adquiridos en la producción de azúcar de Madeira y Valencia. De hecho, según el cronista Gonzalo Fernández de Oviedo, “Miguel Ballester, natural de Cataluña, fue el primero que extrajo el jugo de la caña de azúcar en la isla”


En 1505, Ballester instaló un trapiche (molino) en San Cristóbal y logró producir las primeras remesas de azúcar en Santo Domingo​

Contó para ello con la asociación de Alonso de Aguilón (Aguiló) –posiblemente valenciano o catalán–, con quien sembró cañaverales en el valle de La Vega​


. Esta sociedad Ballester-Aguiló marca el inicio de las plantaciones e ingenios azucareros en la colonia, al punto que hacia 1516 Ballester ya poseía varios ingenios (Oviedo menciona sus haciendas en Concepción de La Vega y San Cristóbal)​


Por su labor, Miguel de Ballester es considerado precursor del “oro blanco” caribeño, introduciendo técnicas avanzadas de molienda (la pisa valenciana)​ y mecanizando trapiches para incrementar la producción​

Este desarrollo impulsado por catalanes hizo que Santo Domingo se convirtiera, en la primera mitad del XVI, en el principal exportador de azúcar a Europa, hasta ser desplazado luego por otras colonias.

Figura: El Alcázar de Colón en Santo Domingo, palacio virreinal construido ca.1511-1515 por Diego Colón. Su estilo gótico-isabelino refleja la arquitectura peninsular de la época, mezcla de influencias castellanas y aragonesas. Catalanes y aragoneses contribuyeron a la economía colonial con ingenios azucareros, comercio y oficios, integrándose en la vida material de la ciudad.


Además del azúcar, los catalano-aragoneses participaron en otras actividades económicas de la isla. En los primeros años, estuvieron presentes en la búsqueda de oro: Pedro de Margarit comandó expediciones al Cibao en 1494 en busca de yacimientos auríferos, y aunque abandonó la empresa, otros posiblemente continuaron. Varios catalanes recibieron encomiendas de indígenas, lo que les permitió explotar mano de obra taína en minas y estancias agrícolas. Por ejemplo, documentos muestran a Miguel Ballester como encomendero de decenas de naborías en La Vega​integrándose así en la élite terrateniente. Tras el declive del oro (hacia 1515), la economía se orientó a la agricultura (caña de azúcar, jengibre) y la ganadería. Aragonés de tierra adentro, los colonos de origen aragonés posiblemente aportaron experiencia en ganado y cría de caballos. La ganadería extensiva en los hatos de La Española creció a mediados de siglo, y aunque dominada por castellanos, no sería extraño hallar apellidos catalanes entre los propietarios de hatos de reses o estancias de yuca.

En cuanto al comercio y la trata de esclavos, la implicación catalano-aragonesa fue inicialmente limitada por razones legales. Durante las primeras décadas, la Corona de Castilla monopolizó la Carrera de Indias y el comercio con América estaba restringido a castellanos por voluntad de Isabel la Católica. Esta situación causó que entre 1504 y 1524 los comerciantes catalanes sufrieran discriminación legal para comerciar con las Indias, según recogen los historiadores​

No obstante, incluso en ese periodo hay constancia de mercaderes catalanes establecidos en Sevilla y Cádiz comerciando con el Nuevo Mundo​ (burlando o aprovechando resquicios del monopolio). Todo cambió a partir de 1524, cuando el rey Carlos I (nieto de Fernando) eliminó tales trabas: desde ese año, los negociantes catalanes pudieron comerciar libremente con las Indias como el resto de súbditos españoles, con la condición de operar vía el puerto controlado de Sevilla​


Esto abrió la puerta para que más catalanes y aragoneses invirtieran o emigraran a Santo Domingo en la segunda mitad del siglo XVI. Si bien la emigración no alcanzó grandes números en ese siglo (Cataluña estaba entonces más volcada en el Mediterráneo), hubo comerciantes catalanes que se radicaron en la ciudad de Santo Domingo, dedicados a la importación de bienes europeos y a la exportación de azúcar, cueros y jengibre.

En cuanto a la trata de esclavos africanos, los catalanes no jugaron un rol dominante durante el siglo XVI (ese tráfico fue controlado mayormente por portugueses y genoveses bajo licencias castellanas). No obstante, catalanes en la isla sí participaron como compradores y usuarios de mano de obra esclavizada para sus ingenios y haciendas. Por ejemplo, Ballester y Aguiló, al iniciar la producción azucarera, dependieron del trabajo forzado de indígenas y de los primeros esclavos africanos traídos a la Española a partir de 1503​

 El éxito del azúcar demandó cada vez más mano de obra africana, y para mediados de siglo Santo Domingo contaba con miles de esclavos en plantaciones. Algunos mercaderes catalanes comenzaron a involucrarse indirectamente en ese lucrativo comercio, financiando compras de esclavos en Sevilla o traficando ilegalmente con las islas vecinas. De hecho, la primera sublevación importante de esclavos en América (el levantamiento de 1522 en el ingenio de Diego Colón) ocurrió en un ingenio azucarero cuyos métodos de explotación (y esclavos bozales recién traídos) fueron herederos del modelo introducido por Ballester y otros pioneros. En síntesis, a través de la agricultura, la ganadería y el comercio, los catalanes y aragoneses contribuyeron al desarrollo económico temprano de Santo Domingo, siendo protagonistas en la introducción de la caña de azúcar y participando en las redes mercantiles coloniales junto a otros europeos.


Influencia en la Cultura, Arquitectura y Costumbres de la Isla

La diversidad regional que los catalanes y aragoneses aportaron se reflejó también en aspectos culturales y cotidianos de la colonia. Si bien la cultura colonial dominicana del siglo XVI fue predominantemente castellana en idioma y costumbres, la presencia catalano-aragonesa dejó algunos rastros sutiles:

1.-Devociones religiosas: Trajeron sus santos y vírgenes de predilección. Un ejemplo notable es la Virgen de Montserrat, patrona catalana. En 1493, Colón bautizó a una isla caribeña con el nombre Montserrat en honor a la famosa montaña y virgen catalana​

, probablemente influenciado por Fray Boïl (monje de Montserrat) que iba en la expedición. Este nombre persistió y es hoy la isla de Montserrat, lo que demuestra la huella catalana en la toponimia antillana. En Santo Domingo, también se veneró pronto a la Virgen de Monserrate; de hecho, la primera ermita construida en La Isabela fue dedicada a Santa María de la Inmaculada Concepción, pero es posible que entre los religiosos catalanes propagasen la devoción montserratina en la isla. Más adelante, en Puerto Rico (parte de la diócesis de Santo Domingo en el XVI), se fundó una ermita de Nuestra Señora de Montserrat, evidenciando esa influencia espiritual.

2.-Lengua y educación: Aunque el idioma oficial y común era el castellano, algunos colonos catalanes hablaban entre ellos en catalán. Fray Ramón Pané, por ejemplo, escribió su relación sobre los taínos en castellano, pero su trasfondo lingüístico catalán se deja entrever; las fuentes señalan que “Pané” era un apellido común en el noreste de Cataluña​, y es probable que su pronunciación del castellano tuviera acento catalán. En la interacción diaria, los catalanes y aragoneses añadieron al léxico local ciertos giros o apodos. Sin embargo, a diferencia de los numerosos andalucismos que pasaron al español caribeño, no quedaron muchos catalanismos evidentes en el habla dominicana (posiblemente por ser pocos hablantes). Un efecto más tangible fue su papel en la transmisión cultural: Pané enseñó a los caciques cristianizados a leer algunas oraciones, y Boïl trajo libros religiosos; así, la cultura escrita catalana (con influencias latinas y provenzales) tuvo un modesto espacio en la naciente sociedad letrada de Santo Domingo.

3.-Arquitectura y arte: La Ciudad Colonial de Santo Domingo, primera urbe permanente del continente, exhibe rasgos arquitectónicos de toda España, incluidos los reinos de la Corona de Aragón. El estilo dominante es el gótico isabelino y el mudéjar, pero en algunos edificios puede notarse la influencia levantina. Por ejemplo, el uso de arcos mixtilíneos y patios interiores recuerda construcciones mediterráneas. El Alcázar de Colón (residencia de Diego Colón) tiene arcos góticos similares a palacios aragoneses de la época​, y pudo haber involucrado canteros familiarizados con técnicas catalanas. También, la tecnología de construcción pudo beneficiarse de conocimientos catalanes, como la bóveda tabicada (bóveda catalana) utilizada siglos después en el Caribe. En cuanto al arte, muchas de las primeras imágenes sacras traídas a la isla provenían de talleres sevillanos, pero es posible que alguna iconografía catalana llegara con Boïl o otros (por ejemplo, pequeñas estampas de la Virgen de Montserrat o de San Jorge, santo de la Corona de Aragón). Un detalle cultural: el músico aragonés Juan de Castellanos estuvo en la Española en mid-Siglo XVI y recogió melodías locales; aunque más conocido por sus crónicas en verso, su presencia sugiere intercambios en música y poesía entre regiones de España dentro de la colonia.

4.-Gastronomía y costumbres: La dieta colonial integró alimentos traídos por todos los colonos. Los catalanes aportaron gustos mediterráneos: el uso de aceite de oliva, vinos y embutidos. Hay menciones de que en Santo Domingo se plantaron viñas traídas desde las Islas Canarias y probablemente también desde Cataluña (famosa por sus viñedos). Asimismo, los quesos y salazones que llegaban de España incluían productos catalanes (como el queso de Mahón o el bacalao seco que comerciaban catalanes). Costumbres como la siesta o la manera de construir hornos de pan también variaban por región de origen; es posible que panaderos valencianos cocieran estilos de pan diferentes a los andaluces. En la vida cotidiana, colonos aragoneses y catalanes se integraron rápidamente, adoptando modas castellanas, pero conservando, por ejemplo, su devoción por la sardana (danza) o juegos populares que pudieron introducir en las celebraciones locales.

En general, la influencia cultural catalano-aragonesa en la Santo Domingo del siglo XVI fue sutil pero real, enriqueciéndose mutuamente con la dominante cultura castellana. La colonia era aún pequeña y precaria, y las identidades regionales de la Península tendieron a fundirse en una nueva identidad “española” criolla. No obstante, los aportes de estos inmigrantes se notaron en nombres de lugares, tradiciones religiosas, avances técnicos (ingenios) y estilos artísticos que contribuyeron al carácter único de la primera sociedad hispanoamericana.

Relaciones con Otras Comunidades y Grupos (Españoles, Indígenas y Africanos)

En la plural sociedad colonial de Santo Domingo, los catalanes y aragoneses tuvieron que relacionarse con diversos grupos: otros europeos de diferentes procedencias, la población indígena taína y los africanos esclavizados. Sus interacciones muestran cooperación, conflicto y sincretismo, igual que sucedió con los demás colonos:

1.-Con otros europeos (castellanos, andaluces, canarios, italianos): Como minoría dentro de la población española de la isla, los catalano-aragoneses generalmente se integraron y colaboraron con los colonos de otras regiones de España. Al principio pudo haber ciertas tensiones o recelos derivados de los privilegios comerciales, pero estas barreras desaparecieron tras 1524. De hecho, catalanes y castellanos combatieron codo a codo contra las amenazas externas, como los ataques de piratas franceses o ingleses que asolaron la isla en el siglo XVI. Por ejemplo, en 1586, cuando Francis Drake atacó Santo Domingo, todos los habitantes españoles –sin distinción de origen regional– defendieron la ciudad o negociaron conjuntamente. En la economía, catalanes y genoveses colaboraron en empresas: mercaderes catalanes proveían paños y vinos que genoveses intercambiaban por azúcar y cueros locales. La comunidad italiana (genovesa) era influyente en el comercio de esclavos y créditos; no consta enemistad especial entre ellos y los catalanes, pues muchos compartían intereses (de hecho, Colón mismo, genovés, era muy afín a sus socios catalanes como Ballester). En la iglesia, frailes catalanes convivieron con castellanos (p.ej., Boïl con fray Pané y otros franciscanos andaluces). Podemos concluir que primó la cooperación: los catalanes y aragoneses en Santo Domingo se consideraban españoles leales a la Corona, y pese a venir de culturas políticas distintas, “hablaron el mismo idioma” en la colonia (literal y figuradamente). Si hubo alguna distinción, podría haber sido objeto de burlas benignas (quizá apodos como “el catalán” a Ballester), pero en general compartían la suerte de la colonia como un grupo unido.

2.-Con la población indígena taína: Las relaciones de catalanes/aragonese con los taínos no difirieron mucho de las de otros colonos españoles, oscilando entre la explotación y la mediación cultural. Por un lado, participaron en el sistema de encomiendas que sometió a los nativos a trabajos forzados. Por ejemplo, Pedro Margarit fue enviado a pacificar cacicazgos en el interior y fue acusado de abusos contra indígenas, provocando rebeliones tempranas. Asimismo, Ballester y Aguiló emplearon mano de obra taína en la siembra de caña y construcción de ingenios (Oviedo anota que los naboríos encomendados a Ballester trabajaban en sus plantaciones)​

Esta implicación en la aculturación y dominación de los nativos hace que catalanes como Margarit o Ballester fueran percibidos por los taínos igual que cualquier otro conquistador (Enriquillo, el cacique que lideró la famosa rebelión de 1519-1533, se alzó contra su encomendero injusto - aunque ese encomendero, Valenzuela, era castellano). Por otro lado, hubo catalanes que actuaron como puentes culturales y demostraron empatía hacia los indígenas. El mejor ejemplo es Fray Ramón Pané, quien vivió varios años entre los taínos a instancias de Colón. Pané aprendió su lengua, escuchó sus mitos y rituales, e incluso tradujo oraciones católicas al idioma taíno para evangelizarlos – siendo el primer etnógrafo de América al compilar las creencias taínas en su Relación de las antigüedades de los indios.
Pané asistió a importantes caciques como Guarionex en su conversión nominal al cristianismo, mostrando cierta sensibilidad hacia su cosmovisión. Otro catalán, Fray Bernat Boïl, inicialmente intentó adoptar una postura protectora: como vicario apostólico, Boïl tenía autoridad para mediar en pleitos entre colonos e indígenas. Algunas fuentes sugieren que Boïl se enfrentó a Colón por la dureza hacia los taínos y liberó a algunos indios cautivos, antes de abandonar frustrado la isla. En resumen, las relaciones oscilaron: unos catalanes participaron en la explotación colonial de los nativos, mientras otros contribuyeron a su evangelización e intento de comprensión. Con el declive de la población taína (diezmada hacia 1550), muchos encomenderos catalanes perdieron su mano de obra indígena, lo que reforzó su interés en traer más esclavos africanos.

3.-Con la población africana esclavizada: La llegada de esclavos africanos a Santo Domingo inició en la primera década del siglo XVI y aumentó con la expansión azucarera. Los colonos catalano-aragoneses, al ser ingenieros azucareros y hacendados, fueron también dueños de esclavos y partícipes del régimen esclavista. En los ingenios de Ballester se emplearon negros traídos de España o directamente de África. No se conocen casos específicos de catalanes involucrados en rebeliones de esclavos (la mayoría de los dueños prominentes eran castellanos, como los Columbus o los Guevara). Sin embargo, cabe destacar que los colonos catalanes compartían las actitudes de la época respecto a la esclavitud, considerándola necesaria para suplir la mano de obra. Algunos quizá mostraron rasgos paternalistas o cristianizadores: es posible que Ballester bautizara esclavos en sus propiedades o que un capataz aragonés hablara algo de portugués (lengua franca con los esclavos).

 En 1522, cuando estalló la rebelión de esclavos en el ingenio de Diego Colón, los dueños de ingenios vecinos –fueran castellanos o catalanes– colaboraron para sofocarla. En cuanto al tráfico de esclavos, más allá de la compra local, los comerciantes catalanes de Sevilla tras 1524 pudieron invertir en el negocio negrero. De hecho, para 1550 ya había comerciantes catalanes asentados en Santo Domingo que importaban esclavos legalmente bajo licencias reales (no tan numerosos como portugueses, pero presentes). Las relaciones cotidianas entre amos catalanes y esclavos africanos eran las propias de la institución: trabajo duro en plantaciones, supervisión estricta y ocasionalmente castigos. No hay indicios de que los catalanes tratasen a los esclavos de manera sustancialmente distinta a otros amos españoles. En el plano social, con el tiempo surgió una pequeña población afrodescendiente libre, algunos manumitidos por amos quizá de origen catalán en sus testamentos. Estos libertos y sus descendientes formaron parte del mosaico étnico dominicano, y es posible que en sus apellidos quedara memoria de antiguos dueños catalanes (por ejemplo, un esclavo de apellido “Catalán” o “Aragón” transmitido así). En suma, los catalanes integrados en la sociedad colonial compartieron tanto la responsabilidad en la explotación esclavista como los temores y desafíos que ésta implicaba, cooperando con otros grupos coloniales para mantener el orden socio-racial impuesto.

4.-Con otras comunidades europeas en la isla: Además de los españoles, en Santo Domingo hubo presencia de extranjeros aliados o súbditos integrados, como algunos flamencos, alemanes, ingleses aventureros e italianos. Los catalanes tendían a agruparse con los españoles por afinidad cultural, pero también interactuaron con estos forasteros. Por ejemplo, tras 1519, la concesión de colonización a los banqueros alemanes Welser en Venezuela hizo que algunos colonos pasaran por Santo Domingo; es plausible que un aragonés como Juan de Ampiés (zaragozano que fundó Coro, Venezuela, en 1527) tuviera contactos en Santo Domingo en su camino​

Los catalanes, comerciantes natos, muchas veces sirvieron de intermediarios con navegantes franceses o mercaderes holandeses que a finales del XVI empezaron el contrabando en la costa norte de La Española. Un catalán con conocimientos lingüísticos mediterráneos podía negociar con un francés en la Isabela o Port-de-Paix. De hecho, la Corona acusaba a varios españoles en la isla (posiblemente también catalanes) de traficar clandestinamente con los corsarios franceses, cambiando jengibre y cuero por vinos. Estas relaciones pragmáticas muestran que, más allá de identidades, los catalanes actuantes en Santo Domingo se adaptaron a la dinámica internacional caribeña.

En conclusión, los catalanes y aragoneses se desenvolvieron en Santo Domingo como parte integral de la sociedad colonial, sin segregación particular. Colaboraron con otros españoles en la defensa y gestión de la colonia, participaron en la subyugación de indígenas y la esclavización de africanos al igual que sus compañeros peninsulares, y algunos establecieron lazos de comunicación con otras potencias europeas presentes en el Caribe. Su legado en las relaciones interétnicas fue similar al del resto de los colonizadores: un legado complejo de conquista y mestizaje, en el cual aportaron tanto manos opresoras como voces comprensivas en contadas ocasiones.

RESUMEN

La presencia catalano-aragonesa en Santo Domingo durante el siglo XVI, aunque numéricamente minoritaria, tuvo un impacto palpable en la formación temprana de la colonia. Desde el descubrimiento y los primeros asentamientos, figuras originarias de Cataluña, Aragón y Valencia contribuyeron en roles clave: financiando expediciones, administrando ciudades nacientes, evangelizando poblaciones indígenas y transfiriendo innovaciones agrícolas. En la administración colonial ocuparon puestos desde alcaldías hasta encomiendas y cargos eclesiásticos, integrándose en las estructuras de poder locales. Económicamente, dejaron una impronta profunda al introducir el cultivo de la caña de azúcar y fundar los primeros ingenios azucareros en América​, sentando las bases de una economía de plantación que definiría el Caribe. Sus actividades comerciales se vieron inicialmente limitadas por restricciones legales, pero tras su apertura, los catalanes participaron en la Carrera de Indias en igualdad de condiciones que otros españoles, aportando capital, redes mercantiles y eventualmente familias emprendedoras. Culturalmente, sumaron su herencia al crisol colonial: fomentaron devociones (como Montserrat), registraron la voz de los taínos a través de Ramón Pané, introdujeron elementos arquitectónicos góticos-aragoneses en construcciones de Santo Domingo, y enriquecieron las costumbres cotidianas con sabores y saberes mediterráneos.

Asimismo, su interacción con otros grupos ilustró las dinámicas de la colonia temprana: colaboraron con castellanos y extranjeros en empresas comunes, y respecto a indígenas y africanos representaron tanto la faceta dominadora (encomenderos, ingenieros esclavistas) como ocasionales mediadores culturales (misioneros-lingüistas como Pané). En definitiva, los catalanes y aragoneses fueron actores participantes de la sociedad colonial dominicana en el siglo XVI, contribuyendo al desarrollo político y social de la primera colonia española en América. Su legado se percibe en los cimientos mismos de Santo Domingo —en sus monumentos, su economía fundacional y algunos de sus apellidos históricos— y refuta la noción de que Cataluña y Aragón estuvieron ausentes de la epopeya americana. Por el contrario, estuvieron presentes desde el inicio y ayudaron a forjar, junto con los demás pueblos de España, la identidad y estructura de la colonia de La Española​

La historia temprana de Santo Domingo no puede comprenderse del todo sin reconocer este aporte catalano-aragonés, discreto pero significativo, en la configuración de la sociedad colonial y en la “forja de la sociedad dominicana moderna” (en palabras de historiadores dominicanos contemporáneos)​


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Referencias Bibliográficas:

.-Carlos MartÍnez Shaw, Cataluña en la Carrera de las Indias, citado en Pedro F. Barbadillo, Libertad Digital

.-Enrique García HernÁndez, “Corona de Aragón en la colonización de las Indias”, Wikipedia

​.-Marc Pons, “Los catalanes de Colón”, El Nacional (Cataluña)

.-Miguel Ballester: the Tarragonan friend of Columbus – Port de Tarragona (2019)​

​.-Inscripción Museo de las Casas Reales (Santo Domingo) citada en Port de Tarragona​

​-Inmigración española en RD, Wikipedia

.-Actas del II Congreso Dominicano de Historia, Santo Domingo (1986) – ponencia sobre apellidos catalanes (citado en EmbajadaDominicana.es)​

.-Fray Ramón Pané, Relación acerca de las antigüedades de los indios (c.1498).

.-Gonzalo Fdz. de Oviedo, Historia General y Natural de las Indias (1535).

.-Emilio Rodríguez Demorizi, Los dominicos y el Nuevo Mundo (1971).

.-Frank Moya Pons, Manual de Historia Dominicana (1986). (Para contexto general)


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