Iglesias Vacías de Feligreses y Otras Llenas: El Dilema de la Iglesia y la Necesidad de Favorecer las Instituciones Religiosas de Laicos

Iglesias Vacías de Feligreses y Otras Llenas: El Dilema de la Iglesia y la Necesidad de Favorecer las Instituciones Religiosas de Laicos



En las últimas décadas, las iglesias vacías en muchas partes del mundo han suscitado un profundo debate en el seno de la Iglesia Católica. Mientras algunas parroquias, especialmente en zonas rurales y en Occidente, luchan por mantener su relevancia ante la falta de feligreses, otras, en diferentes contextos geográficos o culturales, experimentan una afluencia constante. Este fenómeno plantea un dilema fundamental para la Iglesia: ¿Cómo mantener su misión y estructura en un mundo donde la fe parece estar perdiendo su lugar central en la vida cotidiana de muchas personas? Una de las respuestas a este desafío puede estar en el fortalecimiento de las instituciones religiosas laicas, que históricamente han desempeñado un papel crucial en la Iglesia, y cuyo potencial de revitalización es un camino viable para el futuro.

La disminución de feligreses es un fenómeno particularmente visible en Europa y algunas partes de América, donde la secularización, la crisis de identidad y los cambios sociales han alejado a muchos de la práctica religiosa regular. Las parroquias que antes eran el centro de la vida comunitaria ahora luchan por mantenerse abiertas, y muchas iglesias han tenido que cerrar sus puertas o convertirse en espacios para usos no religiosos. Esto no solo supone un problema financiero para la Iglesia, sino también un desafío pastoral: ¿Cómo continuar sirviendo a una comunidad que, aparentemente, ya no está interesada en la vida sacramental?

Por otro lado, en algunos lugares como América Latina, África y Asia, la situación es muy distinta. Muchas iglesias están llenas de fieles, y las comunidades religiosas siguen creciendo. En estos contextos, la religión sigue siendo un pilar fundamental de la vida diaria. Sin embargo, incluso en estas regiones, la Iglesia enfrenta el reto de cómo seguir siendo relevante en un mundo cada vez más conectado y globalizado.

Ante esta situación, una reflexión fundamental que la Iglesia ha de retomar es el papel de los laicos en la vida eclesial. El Derecho Canónico y las propias reglas de la mayoría de las órdenes religiosas ya contemplan, desde hace siglos, la participación activa del laicado en la misión evangelizadora y pastoral de la Iglesia. El Concilio Vaticano II dio un nuevo impulso a esta idea, subrayando la importancia de los laicos como "sal de la tierra" y "luz del mundo" en sus vidas cotidianas. Según el Canon 225 del Código de Derecho Canónico, "los laicos están obligados a trabajar para que el mensaje divino de salvación llegue cada día más y más a todas las personas de todos los tiempos y lugares".

Los laicos no son simples espectadores en la vida de la Iglesia; al contrario, son parte activa de su misión. Su implicación en la vida parroquial y diocesana, así como en las múltiples actividades caritativas y educativas, es crucial. Y en este punto es donde las instituciones religiosas de laicos, como los movimientos apostólicos y las asociaciones laicas, pueden jugar un papel clave.

Históricamente, las terceras órdenes, las cofradías y otras formas de vida laica consagrada han sido vitales en la expansión y el mantenimiento de la fe en tiempos de crisis. Hoy en día, estas instituciones pueden ofrecer una solución viable para revitalizar comunidades parroquiales y suplir la falta de sacerdotes y religiosos en muchas regiones. El fomento de las instituciones religiosas de laicos puede generar un mayor sentido de pertenencia y responsabilidad en los fieles, al tiempo que aligera la carga sobre el clero, permitiendo que los laicos asuman roles de liderazgo y acción pastoral.

Muchos laicos están profundamente comprometidos con su fe y, con una mayor capacitación y apoyo, podrían asumir tareas clave en la evangelización, la educación religiosa y la administración de parroquias y otras instituciones. Movimientos laicales como los Cursillos de Cristiandad, el Camino Neocatecumenal, Acción Católica y las innumerables Hermandades y Cofradías,  son ejemplos de cómo los laicos pueden ser una fuerza vital en la renovación espiritual y pastoral de la Iglesia. Estas instituciones no solo revitalizan a las parroquias, sino que ofrecen un espacio para que los laicos vivan su vocación cristiana de una manera comprometida y visible. La cooperación activa entre sacerdotes y laicos puede permitir que la misión evangelizadora continúe en un entorno cada vez más secular.

Además, las órdenes religiosas, muchas de las cuales ya cuentan con reglas que favorecen la participación de los laicos, también pueden hacer más para integrar a los fieles en su vida y misión. Un buen ejemplo de esto es la Tercera Orden Dominicana, que permite a los laicos vivir el carisma dominico mientras continúan con su vida cotidiana. Este modelo puede ser una solución para revitalizar no solo las parroquias, sino también la vida comunitaria en un sentido más amplio.

El dilema de las iglesias vacías y la necesidad de seguir siendo relevantes en un mundo secularizado es uno de los grandes desafíos de la Iglesia Católica en el siglo XXI. Favorecer y fomentar las instituciones religiosas de laicos no es solo una opción, sino una necesidad, si la Iglesia quiere seguir cumpliendo su misión evangelizadora. Los laicos son una parte esencial del Cuerpo de Cristo, y su participación activa y comprometida puede ser la clave para que muchas parroquias y comunidades vuelvan a llenarse de vida y fe.

Fdo. J. Brihuega


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