Monseñor Hugo Eduardo Polanco Brito: Pilar de la Fe y la Historia Dominicana






Monseñor Hugo Eduardo Polanco Brito (Salcedo, República Dominicana, 13 de octubre de 1918 - Santo Domingo, 13 de abril de 1996) fue un líder eclesiástico y académico dominicano de notable influencia en la vida religiosa, educativa e histórica de la nación. A lo largo de treinta y nueve años de episcopado, Monseñor Polanco Brito se destacó no solo como pastor de varias diócesis, sino también como pionero en la modernización de la Iglesia Católica en la República Dominicana, impulsando una integración profunda entre la fe y la educación, y abriendo espacios de diálogo y reconciliación en tiempos convulsos para el país.

Formación y Sacerdocio

Desde temprana edad, Polanco Brito mostró una inclinación hacia la vida religiosa. Realizó sus estudios primarios en su pueblo natal, Salcedo, y en 1933 ingresó en el Seminario Pontificio Santo Tomás de Aquino en Santo Domingo. A lo largo de su formación, se ganó el apodo de "Pollo", un nombre que sus compañeros usaban con afecto y que reflejaba su carácter cercano y su humildad. Fue ordenado sacerdote el 25 de junio de 1944 por el Arzobispo Ricardo Pittini Piussi. Poco después, fue enviado a la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma, donde se licenció en derecho canónico. Además, obtuvo títulos en filosofía, lo cual cimentó su inclinación académica y su futura vocación como historiador.

Primer Obispo de Santiago y Modernizador de la Iglesia

El 25 de septiembre de 1953, el papa Pío XII lo nombró obispo auxiliar de la recién creada diócesis de Santiago de los Caballeros, y el 31 de enero de 1954 fue consagrado obispo. Polanco Brito asumió entonces el reto de organizar esta nueva diócesis junto con el Arzobispo de Santo Domingo, Octavio Antonio Beras. El 22 de julio de 1956, fue designado primer obispo de Santiago de los Caballeros, cargo en el que permanecería hasta 1966. Durante su administración, creó una estructura organizativa sólida y fundó el Seminario Menor San Pío X, la Obra Diocesana de las Vocaciones Sacerdotales y, lo que quizás sea su obra más emblemática, la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra (PUCMM), de la cual fue su primer rector. Su visión modernizadora llevó la educación católica fuera de los confines de los conventos, adaptando la Iglesia a los nuevos tiempos y asegurando que ésta se integrara al ámbito académico y social de la nación.

Enfrentamiento con la Dictadura de Trujillo

Durante los últimos años de la dictadura de Rafael Leónidas Trujillo, Monseñor Polanco Brito adoptó una postura de firme oposición junto a otros destacados prelados, como Monseñor Pittini, Monseñor Beras y Monseñor Panal. En un momento particularmente tenso, el 13 de octubre de 1960, la emisora Radio Caribe, controlada por el jefe del Servicio de Inteligencia Militar (SIM), Johnny Abbes García, acusó al obispo de Santiago de conspirar contra el régimen. Este ataque público fue parte de una campaña represiva de Trujillo contra la Iglesia Católica, que provocó un rechazo popular aunque la gente no podía expresarlo abiertamente por temor a represalias. Monseñor Polanco Brito fue objeto de amenazas y vigilancia en Santiago, pero mantuvo su postura firme y de defensa de los derechos humanos y la justicia, contribuyendo así a la resistencia eclesiástica contra el autoritarismo del régimen.

Arzobispo y Promotor de la Nueva Evangelización

El 4 de enero de 1966, Monseñor Polanco fue nombrado Administrador Apostólico “Sede Plena” de la Arquidiócesis de Santo Domingo y, en 1970, fue promovido a Arzobispo Coadjutor de Santo Domingo, cargo que ocupó hasta 1975. En este periodo, fue clave en la implementación de las reformas propuestas por el Concilio Vaticano II en la República Dominicana, adaptando a la Iglesia a una época de cambios profundos. Su lema episcopal, "Non recuso laborem" (No rehúso el trabajo), reflejaba su disposición incansable para afrontar los retos de su época. Bajo su liderazgo, la Iglesia abrazó la Nueva Evangelización, una apertura y renovación que permitía conectar con las realidades y necesidades del pueblo dominicano.

Obispo de la Diócesis de Nuestra Señora de la Altagracia y Apoyo a los Perseguidos

En 1975, fue nombrado obispo de la diócesis de Nuestra Señora de la Altagracia en Higüey, donde continuó su labor pastoral hasta su retiro en 1995. Durante su tiempo en esta diócesis, Monseñor Polanco ordenó a varios sacerdotes, entre ellos el padre Juan de los Santos, en una ceremonia memorable que atrajo al Arzobispo Octavio Antonio Beras. Polanco Brito mostró siempre su compromiso con la justicia y la paz, defendiendo a personas perseguidas durante el turbulento gobierno de Joaquín Balaguer. Mantuvo una postura mediadora en conflictos políticos, apoyando a figuras como Salvador Jorge Blanco durante su persecución política en los años setenta.

Investigador Histórico y Presidente de la Academia Dominicana de la Historia

Paralelamente a su labor pastoral, Monseñor Polanco Brito cultivó su interés por la historia y la genealogía. Fue miembro fundador y presidente del Instituto Dominicano de Genealogía, y durante tres periodos consecutivos, desde 1986 hasta 1995, presidió la Academia Dominicana de la Historia. Bajo su liderazgo, la Academia se fortaleció como institución y promovió el estudio y la conservación de la historia nacional. Entre sus obras se destacan estudios como Salcedo y su historia (1954), Manuel María Valencia, político, poeta y sacerdote (1970), La masonería en la República Dominicana (1985) y Los Escribanos en el Santo Domingo Colonial (1989). Su legado intelectual refleja su compromiso por preservar la memoria histórica de su país y ofrecer herramientas de conocimiento a futuras generaciones.

Últimos Años y Legado

Tras su retiro en 1995, Monseñor Polanco Brito continuó activo en labores de reflexión y asesoría hasta su fallecimiento el 13 de abril de 1996. Su muerte provocó muestras de duelo en todo el país, y su funeral incluyó estaciones en la Academia Dominicana de la Historia, antes de llegar a su descanso final en la Catedral de Santiago de los Caballeros. Fue recordado como un sacerdote humilde, de trato afable y con una capacidad única para conectar con sus fieles, y su apoyo constante a los más necesitados y perseguidos dejó una huella imborrable.

Monseñor Hugo Eduardo Polanco Brito fue, sin duda, uno de los grandes hombres de la República Dominicana contemporánea, un pilar de la Iglesia Católica y un defensor de los valores sociales y humanos que trascendieron su tiempo y continúan inspirando hoy.

 

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