Los Dominicos y la Teología de la Liberación: Una Lucha por la Justicia desde la Fe
Muchos de nuestros seguidores nos plantean preguntas sobre temas que, aunque distantes de nuestra profesión, despiertan gran interés, y dada nuestra especial relación y cariño por la Orden de Predicadores, conocidos como los Dominicos, queremos abordar uno de los temas que más curiosidad genera: la teología de la liberación y su relación con el trabajo que realizan. A través de este artículo, buscamos ofrecer un resumen sobre esta corriente teológica y dar nuestra modesta opinión sobre el impacto que ha tenido en la labor de la Orden. Aunque nuestra perspectiva se aleja de temas de esta envergadura, consideramos importante ofrecer una visión clara y accesible para quienes deseen comprender mejor la relación de los Dominicos con la teología de la liberación.
Esta teología surgió en un contexto de profunda pobreza y opresión en América Latina en los años sesenta y setenta. Inspirada en el Evangelio, esta corriente teológica planteaba un mensaje de justicia social y dignidad humana. Los Dominicos, comprometidos con la defensa de los más vulnerables desde su llegada al continente en 1510, encontraron en la década de los 70 en la teología de la liberación una forma de continuar su misión histórica. Este artículo explora cómo la Orden de Predicadores se vinculó a este movimiento y su impacto en las comunidades latinoamericanas.
El "padre" de la teología de la liberación es ampliamente reconocido como el teólogo peruano Gustavo Gutiérrez, desgraciadamente muerto hace solo unos días, el pasado 22 de Octubre, es quien en 1971 publicó su obra fundamental, Teología de la liberación. Perspectivas. En este libro, Gutiérrez presenta la teología de la liberación como una respuesta teológica y pastoral a la injusticia social, la pobreza y la opresión que afectaban a las mayorías en América Latina.
Inspirada en los valores cristianos, esta corriente promueve una "opción preferencial por los pobres" y defiende que la fe debe llevar a la acción en favor de los más desfavorecidos. Gutiérrez fue influenciado por los cambios sociales y políticos de la época, así como por el Concilio Vaticano II (1962-1965) y la Conferencia Episcopal de Medellín (1968), en la que los obispos latinoamericanos se comprometieron a una pastoral más enfocada en la justicia social.
La teología de la liberación fue acogida y desarrollada posteriormente por otros teólogos en América Latina, como Leonardo Boff en Brasil y Jon Sobrino en El Salvador, consolidándose como un movimiento que proponía una interpretación del Evangelio orientada a la transformación social y a la lucha contra las estructuras de opresión.
Además de estos frailes en particular, la Orden Dominicana, en su conjunto, fue una de las congregaciones religiosas que más apoyó el movimiento, sobre todo en sus centros de formación y en la reflexión académica en torno a la teología de la liberación. La Orden ha acogido a teólogos que defienden este enfoque y ha promovido el trabajo social en comunidades empobrecidas, manteniendo su compromiso histórico con los derechos humanos.
La colaboración de los dominicos en el desarrollo de la teología de la liberación no solo se dio a nivel teológico, sino también a través de su trabajo pastoral y social, reflejando la convergencia de la misión de la Orden con los ideales de esta corriente teológica.
La Misión de los Dominicos y la Teología de la Liberación, desde su fundación en el siglo XIII, la Orden de los Dominicos, inspirada por Santo Domingo de Guzmán, ha tenido como misión la predicación y la defensa de la verdad, actuando siempre en favor de la justicia. Esta misión los llevó a América Latina en el siglo XVI, donde se convirtieron en defensores de los derechos de los pueblos indígenas. Figuras como Fray Bartolomé de las Casas y Fray Antonio de Montesinos se destacaron por sus denuncias en contra de los abusos hacia los nativos en La Española. En su histórico sermón de 1511, Montesinos reclamó justicia ante los encomenderos españoles, condenando el maltrato hacia los indígenas y sentando las bases para una interpretación del Evangelio basada en la defensa de los más débiles. Esta postura sembró las raíces de un compromiso social que siglos después resonaría en la teología de la liberación.
El contexto y principios de La teología de la liberación nació en un tiempo de cambio y conflicto social en América Latina. Inspirada en un profundo compromiso cristiano hacia los oprimidos, esta corriente, liderada por teólogos como Gustavo Gutiérrez y Leonardo Boff, abogó por una "opción preferencial por los pobres". Este concepto interpretaba el mensaje de Cristo como un llamado directo a la transformación de las estructuras de injusticia que perpetúan la pobreza. La teología de la liberación, arraigada en una lectura crítica de la realidad social y económica, planteaba que la fe cristiana no podía ser indiferente ante la explotación y la marginación.
La Orden Dominica y su involucramiento. Muchos frailes dominicos vieron en la teología de la liberación una continuación de su misión en defensa de la dignidad humana y los derechos fundamentales. Entre los Dominicos que abrazaron y promovieron esta teología, se destacaron figuras influyentes en América Latina que, desde sus comunidades, predicaron una Iglesia comprometida con la justicia social. Estos frailes compartían la visión de que el Evangelio exige una transformación de las condiciones de vida de los más desfavorecidos, enfrentándose con valentía a las estructuras de poder que perpetuaban la pobreza.
A pesar de esta convicción, el apoyo de los Dominicos a la teología de la liberación generó tensiones con algunos líderes de la Iglesia, que temían que la interpretación del Evangelio pudiera derivar en una lectura marxista de la fe. Sin embargo, los frailes defendían la necesidad de que la Iglesia estuviera al lado de aquellos que sufren, sin que esto implicara una desviación ideológica, sino una adhesión firme a los principios del Evangelio.
La Influencia de los Dominicos en la Sociedad Latinoamericana. Los Dominicos no solo defendieron estos ideales en sus sermones, sino que llevaron su compromiso a la práctica, influyendo de manera directa en diversas comunidades a lo largo de América Latina. Ejemplos de su trabajo pueden encontrarse en Brasil, donde algunos frailes apoyaron movimientos de derechos humanos, o en Nicaragua y Perú, donde la Orden colaboró en proyectos de desarrollo comunitario y educación. En estos lugares, los frailes se involucraron activamente en movimientos de justicia social, respaldando demandas de campesinos, indígenas y trabajadores que buscaban mejores condiciones de vida y respeto a sus derechos.
En República Dominicana, los Dominicos jugaron y juegan un rol fundamental en la defensa de los derechos de los pobres y en la promoción de una Iglesia que, fiel al Evangelio, se enfrentan a la explotación y las injusticias. Frailes como Miguel Ángel en zonas rurales como el Seibo y a través de proyectos educativos y de formación en comunidades, ayudan a construir una sociedad más justa y equitativa, actuando como agentes de cambio y como guías espirituales comprometidos con la dignidad humana.
La teología de la liberación no estuvo exenta de controversias con el Vaticano. Durante los pontificados de Juan Pablo II y Benedicto XVI, el Vaticano expresó preocupaciones sobre los peligros de politizar el mensaje cristiano, temiendo que se malinterpretara en clave marxista. Documentos como la Instrucción sobre algunos aspectos de la teología de la liberación (1984) advertían sobre este riesgo, generando críticas hacia los teólogos y religiosos que defendían esta corriente.
No obstante, los Dominicos, sin apartarse de la obediencia a la Iglesia, mantuvieron su compromiso con los principios de justicia social de la teología de la liberación. En el contexto actual, bajo el liderazgo del Papa Francisco, quien ha promovido una visión más abierta y socialmente comprometida de la Iglesia, los Dominicos han continuado apoyando una teología orientada hacia los pobres y los marginados, adaptándola a los desafíos contemporáneos.
La conclusión es que hoy en día, la misión de los Dominicos sigue siendo relevante, y su compromiso con la justicia social, como lo promovía la teología de la liberación, continúa siendo una luz de esperanza para las comunidades más vulnerables. La lucha por la dignidad humana y la defensa de los derechos de los pobres son ideales profundamente enraizados en el carisma dominico. Su historia en América Latina y su influencia en la sociedad muestran que los Dominicos, como predicadores de justicia, siguen siendo figuras comprometidas con el cambio y la transformación social. Su labor es un recordatorio de que la fe cristiana implica un compromiso activo con el mundo, y su misión se traduce en acciones concretas en favor de aquellos que necesitan, tanto material como espiritualmente, el mensaje de esperanza del Evangelio.
Para terminar relacionamos algunos de sus protagonistas. Varios frailes dominicos desempeñaron un papel relevante en el desarrollo y promoción de la teología de la liberación, especialmente en América Latina, donde esta corriente encontró eco en el compromiso histórico de la Orden con los derechos humanos y la justicia social. Entre los dominicos más destacados en este contexto están:
Fray Gustavo Gutiérrez: Aunque Gustavo Gutiérrez comenzó su carrera como sacerdote diocesano en Perú, posteriormente fue aceptado en la Orden de Predicadores (Dominicos) en 2001. Como autor de la obra fundacional Teología de la liberación. Perspectivas, Gutiérrez se convirtió en la figura central del movimiento. Su ingreso a los Dominicos reforzó el compromiso de la Orden con la lucha por la justicia social y los derechos de los pobres en América Latina.
Fray Frei Betto (Brasil): Escritor, activista y miembro destacado de la Orden, Betto ha sido un firme defensor de la teología de la liberación y un crítico de las desigualdades en América Latina. Su participación en movimientos sociales y su cercanía a comunidades empobrecidas en Brasil lo vinculan con esta teología, y sus obras reflejan la convicción de que la fe cristiana debe transformar la realidad social.
Fray Dominique Barbeau (Francia/Perú): Fraile dominico y teólogo, Barbeau trabajó en Perú en las décadas de 1970 y 1980. Estaba comprometido con la formación de laicos y religiosas en el espíritu de la teología de la liberación. Su labor en las comunidades rurales lo hizo testigo de las injusticias sufridas por las poblaciones indígenas, lo que lo llevó a impulsar proyectos de desarrollo comunitario y pastoral social.
Fray Ignacio Ellacuría (España/El Salvador): Aunque jesuita, su relación con los dominicos y su pensamiento en el marco de la teología de la liberación merece mención, ya que colaboró con frailes dominicos en Centroamérica. Ellacuría fue una figura importante en El Salvador, donde trabajó en favor de los derechos de los pobres y fue mártir de la lucha por la justicia en América Latina. Sus vínculos y colaboración con otros dominicos en la región reflejan una red de apoyo mutuo y compromiso social en la línea de la teología de la liberación.
Fray Francisco de Roux (Colombia): Aunque su foco ha sido el trabajo de reconciliación en Colombia, de Roux ha sido influenciado por la teología de la liberación en su enfoque de paz y justicia social. Trabajó en comunidades marginadas y lideró proyectos de desarrollo económico y social en zonas rurales de Colombia afectadas por el conflicto armado.
Fray Pedro Casaldáliga (España/Brasil): Aunque oficialmente no era dominico, Casaldáliga, obispo claretiano, colaboró estrechamente con los frailes dominicos en Brasil y otros países de América Latina. Su obra y su trabajo en la región amazónica reflejaron el espíritu de la teología de la liberación y la defensa de los derechos de los más desfavorecidos, en sintonía con muchos dominicos.
Como hemos dicho anteriormente y para concluir, la colaboración de los dominicos en el desarrollo de la teología de la liberación no solo se dio a nivel teológico, sino también a través de su trabajo pastoral y social, reflejando la convergencia de la misión de la Orden con los ideales de esta corriente teológica.
Fdo. Jose Brihuega
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